jueves, 17 de mayo de 2007

Cultivo y cuidados


El aloe es una planta que soporta bien el frío, pero no la humedad.
Por eso es importante cultivarla en un terreno con fácil drenaje, en
maceta o directamente en el suelo. Si plantamos en maceta esta no
debe ser demasiado grande, pues la raíces proliferarían en
detrimento de las hojas, como referencia podemos tomar la longitud
de la hoja de aloe dividida entre dos para calcular el diámetro de la
maceta, es decir, si la hoja mide 30 cm, el tiesto debe tener 15 cm de
diámetro. Es importante elegir una arena con un pH ligeramente
ácido, pues los suelos demasiado alcalinos retrasan el crecimiento del
aloe.
Si la planta está en el exterior es conveniente que reciba viento
moderado para que su tallo se fortalezca, aunque hay que evitar que
sus hojas se mojen demasiado por efecto de la lluvia o el riego, si
esto ocurre es preciso secarlas para que no se pudran. Si es de
interior lo mejor es que reciba luz intensa pero filtrada y que esté
orientada al sur o al este.
El aloe prospera mejor cuando no sufre cambios bruscos de
temperatura y esta oscila entre 20 y 25 ºC.
La mejor época para sembrar es la primavera, cuando el ciclo vital de
la planta es más activo, si elegimos sembrar sobre suelo lo mejor es
hacerlo en terrenos ligeramente inclinados o pequeños taludes, para
que pueda drenar el exceso de agua que reciba de la lluvia o el riego.
Si plantamos en maceta hay que poner en el fondo del tiesto dos
dedos de gravilla para asegurar el buen drenaje. La siembra debe
hacerse a partir de acodos o clones, estos se extraen fácilmente de la
planta madre, ya que el aloe posee raíces poco profundas y basta
extraer el acodo de la tierra con ayuda de un cuchillo. Conviene dejar
el acodo unos días antes de plantarlo en una maceta independiente,
la extraordinaria capacidad de cicatrización del aloe lo mantendrá en
buen estado hasta que sea transplantado. Es importante que el clon
que vamos a transplantar tenga al menos 20 cm de longitud para que
pueda prosperar con garantías. Conviene cambiar la maceta una vez
al año y añadir algún fertilizante para que la planta tenga un ritmo de
crecimiento óptimo. Tras el trasplante hay que regar el aloe
abundantemente y dejarla en un lugar cálido para que las raíces se
asienten con solidez. Una vez que alcance su estado adulto (a partir
de los 3 años) sería suficiente con usar fertilizante una o dos veces al
año.
El aloe debe regarse poco, aunque en profundidad. Al tratarse de una
planta xerófila, si la tenemos en tierra no suele necesitar riego
durante el invierno y en verano basta con regarla una vez al mes. Si
el aloe está en maceta el riego varía según el mes del año, en
invierno suele bastar una vez al mes, en primavera y otoño dos veces
al mes y en verano una vez por semana. Para saber si necesita agua
podemos hundir el dedo hasta el nudillo y si sentimos humedad en la
yema del dedo es que la planta no requiere agua, si lo notamos seco
necesita ser regada.
Es preferible usar agua de lluvia o filtrada, pues es común que el
agua del grifo esté fluorada o tenga un alto contenido en cloro, lo que
podría retrasar el crecimiento de la planta.
Si nuestro aloe no prospera adecuadamente comviene observar los
siguientes síntomas:

-Si las hojas son demasiado delgadas y replegadas al interior la
causa más probable es falta de riego, si la planta está en interior hay
que considerar que las calefacciones resecan mucho el ambiente y
quizá requiera un aporte de agua extra.
-Cuando las hojas tienden demasiado a la verticalidad es muy
probable que los retoños (si existen) estén absorbiendo parte de los
nutrientes que necesita la planta madre, con lo que habría que
trasplantarlos. También puede deberse a que la plante recibe poca luz
y habría que ponerla en un lugar más soleado.
-Cuando las hojas se doblan formando pliegues existen tres causas
probables: exceso de agua, que la plante se encuentra en su fase de
reposo, o bien que planta necesita una temporada en el exterior para
ser expuesta al viento y que sus hojas se fortalezcan.
-Si el color de las hojas se oscurece lo más probable es que la causa
sea el exceso de luz directa.
-Si aparecen manchas en las hojas es muy probable que sea a causa
del flúor que contiene el agua del grifo, en ese caso habría que usar
agua filtrada.
-Cuando el crecimiento de la planta es muy lento se puede deber a
diversas causas: demasiados fertilizantes, agua y/o suelo muy
alcalinos, demasiado riego, demasiados retoños junto a la planta
madre, maceta demasiado grande o demasiado pequeña (recordar la
fórmula de diámetro de la maceta=1/2 de longitud de las hojas).
-Si las hojas se despegan o pudren en la base puede deberse a un
parásito (poco común) o al exceso de riego.
Pese a todo el aloe es una planta bastante resistente y con gran
capacidad de adaptación, si cuidamos no excedernos con el riego, le
proporcionamos una luz adecuada y una maceta de un tamaño
idóneo, retiramos los retoños cuando sus hojas llegan a los 20 ó 25
cm, cambiamos la arena y la abonamos una vez al año, lo más
probable es que prospere sin problemas y podamos usarla
aprovechando todos sus principios activos. Es importante resaltar que
para que estos sean realmente efectivos la planta a de tener al
menos tres años.

Fuente: http://www.aloeysalud.com/
Autor: Pedro Sánchez Torrente

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